dissabte, 24 de setembre del 2011

Allò que amaga la detenció de Dominique Strauss-Kahn

Al mejor estilo de las películas de Román Polansky, Dominique Strauss-Kahn fue detenido en Nueva York y obligado a descender del avión que lo trasladaba a Berlín donde tranquilizaría a Angela Merkel de que el próximo rescate a Grecia tendría un bajo costo para Alemania, y que el euro se mantendría firme y robusto dado que es el dólar el que vive una crisis terminal. Sin embargo, por ser acusado de violar y golpear a una camarera del hotel donde se hospedaba, Strauss-Kahn no pudo llegar a la cita con la Canciller germana y pasó de ocupar una habitación de 3.000 dólares la noche en un hotel de Manhattan, a pernoctar en una fría celda en el corazón de Harlem donde llegan todos los acusados de delitos sexuales.
 
¿Qué hacía Strauss-Kahn en Nueva York, si la sede del FMI está en Washington? Es una pregunta que hasta el momento nadie se ha interesado en responder, porque se desconocen los planes y las reuniones secretas entre la Reserva Federal de Nueva York y el director del FMI para el reciclaje de la deuda de Estados Unidos, que ayer alcanzó su techo de 14,3 billones de dólares. El tratamiento especial que debería tener esta deuda, de acuerdo al diseño de Dominique Strauss-Kahn, obligaba a Estados Unidos a desplegar un alto esfuerzo y desprenderse de su rol hegemónico en el sistema financiero internacional. 
 
Dominique Strauss-Kahn fue la primera autoridad de una institución con sede en Washington en plantear que el dólar no cumplía como divisa mundial, y encabezó los intentos por diluir su hegemonía, como lo hizo al plantear la necesidad de una divisa mundial no perteneciente a ningún país y recuperar el rol y el sentido del banco.
 
Strauss-Kahn tenía claro que el dólar es el problema que dificulta la recuperación económica mundial, y que es una divisa en vías de la extinción producto del excesivo endeudamiento de la primera economía del planeta. Recordemos que la deuda pública de Estados Unidos comenzó a tener un vertiginoso ascenso en los años 80 (como muestra la gráfica), y que pese a su ralentización en los años 90, aumentó dramáticamente de 5,7 billones de dólares en enero de  2001 a 10,7 billones de dólares a finales de 2008 (casi el doble), y a 14,3 billones de dólares en abril de 2011, cuando la deuda pública alcanzó el 98 por ciento del PIB del país.
 
Los 3,6 billones de dólares añadidos a la deuda nacional de Estados Unidos desde fines de 2008, es más del doble del valor de mercado de toda la fabricación del sector privado en el año 2009 (1,56 billón dólares), más de tres veces el valor de mercado de los gastos en profesionales, científicos y servicios técnicos de ese año (1,1 billón de dólares), y casi cinco veces el monto gastado en bienes no duraderos (722 mil millones dólares). Sólo los intereses pagados sobre la deuda federal en los primeros seis meses del último ejercicio (octubre 2010-abril 2011), llegan a 245 mil millones dólares, cifra que equivale a más del 40 por ciento del valor total de mercado de todo el gasto del sector privado de la construcción en 2009 (578.000 millones de dólares).
 
A esta pesadilla de una deuda descontrolada, Estados Unidos agrega la de ser el mayor consumidor de petróleo del mundo, y con el crudo a un valor de 95 dólares el barril, su gasto se eleva a 600.000 millones de dólares anuales que sólo puede sostener cancelando con los dólares que imprime. De ahí la importancia estratégica de los petrodólares, pues si se acaban, la bancarrota para Estados Unidos llegará mucho antes. Parte de estos tópicos los analizamos en El origen del caos financiero y del desempleo global, y Del desorden financiero a la quiebra de Estados Unidos.
  
Strauss-Kahn trabajó en la desmonetización selectiva del dólar de Estados Unidos y su objetivo buscaba hacer del dólar una moneda para uso interno en Estados Unidos, dejado la nueva moneda de reserva a un tipo de cambio muy favorable para el dolar interno, pero gravando a los tenedores externos de dólares. De esta forma se depreciarían las deudas en dólares, favoreciendo las deudas en dólares de los ciudadanos y las corporaciones estadounidenses. La inflación derivada de esto ayudaría a enmascarar la amortización de la deuda, y el tiempo haría el resto. El costo para Estados Unidos sería el “compartir” la hegemonía monetaria con otras divisas.
 
Desde diciembre de 2009, Strauss-Kahn hizo públicas sus iniciativas de dinero nuevo. Para abril de 2010 tenía desarrollados los DEG por valor de 100.000 millones de dólares, una propuesta que, sin embargo, era rechazada por los países con superávit como China e India, y los países petroleros. El empeoramiento de los países de la periferia europea a partir de mayo del año pasado, obligó a Strauss-Kahn a abandonar el tema en forma pública hasta la cumbre de Davos de este año.
 
Se piensa que el plan estaba listo para ser presentado durante este mes, aprovechando el nuevo rescate a Grecia. Pero todo esto ya es parte del pasado. Su detención no sólo hunde la idea de la desdolarización del mundo, sino que también apunta a la desacreditación total del FMI, justo en los momentos en que comenzaba a gozar de amplio reconocimiento en virtud a sus nuevas políticas, como lo ejemplifica este artículo de Joseph Stiglitz: El viraje a tiempo del FMI, o cuando el mismo Strauss-Kahn expresó que “Las políticas liberales de los últimos 30 años merecen una revisión”.
 
La detención de Strauss-Kahn es muy similar a la que afectó al Gobernador y Fiscal de Nueva York Eliot Spitzer, que cayó en una trampa de prostitución en marzo de 2008, tras procesar a varias empresas de Wall Street que realizaban fraudes en la bolsa de valores, inflaban artificialmente los precios o se coludían en prácticas depredadoras. Y así como la detención de Spitzer no pudo evitar el colapso financiero que se inició a las pocas semanas (con la quiebra de Bearn Stearn), la detención de Strauss-Kahn no podrá evitar la inminente quiebra del actual sistema financiero y de las economías que de él dependen. 
 
Fuente: El blog salmón
 
PROTEGEDME: de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños (Khalil Gibran).