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La salida de la crisis
La austeridad enfrenta a los economistas
El Premio Nobel Joseph Stiglitz afirma que el PP errará con los recortes: "La austeridad es una receta para el suicidio: traerá recesión"
La salida de la crisis
La austeridad enfrenta a los economistas
El Premio Nobel Joseph Stiglitz afirma que el PP errará con los recortes: "La austeridad es una receta para el suicidio: traerá recesión"
ALBERTO MAGRO. PALMA “La austeridad es una receta para el suicidio: traerá más recesión”. La frase de Joseph Stiglitz no ha traído recuperación ni recesión, pero de momento sí ha traído cola. Pronunciada solo unas horas después de que Mariano Rajoy arrasase en las urnas con la “austeridad” como idea central de campaña, ha abierto en España un intenso debate que en Estados Unidos nunca se cerró: ¿Es la austeridad imperante en el discurso político de moda una salida para la crisis o un camino directo al desastre? La cuestión viene de lejos. Muy lejos. La pelea que aún hoy hace saltar chispas entre los economistas vivió su primer asalto décadas antes de que Stiglitz ganará el Premio Nobel, mucho antes de que el exvicepresidente del Banco Mundial y ex asesor de cabecera de Bill Clinton pisase España. Fue en 1929, cuando el mundo capitalista se sumió en la crisis más dura hasta que ésta que hoy engulle la riqueza empezó a poner el ránking de los disgustos en cuestión.
De aquella se salió con las recetas de John Maynard Keynes, aplicadas entonces por el presidente Roosevelt y propugnadas aún hoy por economistas de la escuela de Stiglitz: cuando la actividad privada se hunde y las empresas no generan empleo ni riqueza, el estímulo tiene que venir de la inversión pública.La idea sacó a los Estados Unidos del hoyo en 1929 y los volvió a hundir poco después, en 1933, cuando Roosevelt pensó que el susto había pasado y era hora de dejar de gastarse el dinero de todos. El error le costó otra crisis de la que su país solo salió con el mayor plan de estímulo industrial de la historia: la Segunda Guerra Mundial, que convirtió al país del crack del 29 en la primera potencia mundial que aún hoy es. Nacía el keynesianismo como teoría anticrisis preponderante, que hoy tiene como grandes valedores a premios Nobel estadounidenses, como el propio Stiglitz, Paul Krugman o George Akerlof.
Unos y otros defienden lo que sintetizaba Stiglitz esta semana: la austeridad en medio de una recesión es un suicido. Cuando la actividad privada para, hay que poner en marcha el dinero público y la máquina de hacer billetes. Lo contrario es un desastre. “La austeridad provocará más paro”, remacha Stiglitz, que probablemente no conoce los datos baleares, pero le dan la razón: desde que Balears cambió de gobierno y se convirtió en la comunidad más austera, la que mejor ha controlado su déficit público, también ascendió en otro escalafón menos pomposo, el que dibuja al archipiélago como la economía que más empleo público ha destruido.
De aquella se salió con las recetas de John Maynard Keynes, aplicadas entonces por el presidente Roosevelt y propugnadas aún hoy por economistas de la escuela de Stiglitz: cuando la actividad privada se hunde y las empresas no generan empleo ni riqueza, el estímulo tiene que venir de la inversión pública.La idea sacó a los Estados Unidos del hoyo en 1929 y los volvió a hundir poco después, en 1933, cuando Roosevelt pensó que el susto había pasado y era hora de dejar de gastarse el dinero de todos. El error le costó otra crisis de la que su país solo salió con el mayor plan de estímulo industrial de la historia: la Segunda Guerra Mundial, que convirtió al país del crack del 29 en la primera potencia mundial que aún hoy es. Nacía el keynesianismo como teoría anticrisis preponderante, que hoy tiene como grandes valedores a premios Nobel estadounidenses, como el propio Stiglitz, Paul Krugman o George Akerlof.
Unos y otros defienden lo que sintetizaba Stiglitz esta semana: la austeridad en medio de una recesión es un suicido. Cuando la actividad privada para, hay que poner en marcha el dinero público y la máquina de hacer billetes. Lo contrario es un desastre. “La austeridad provocará más paro”, remacha Stiglitz, que probablemente no conoce los datos baleares, pero le dan la razón: desde que Balears cambió de gobierno y se convirtió en la comunidad más austera, la que mejor ha controlado su déficit público, también ascendió en otro escalafón menos pomposo, el que dibuja al archipiélago como la economía que más empleo público ha destruido.