Lo peor es que, contrariamente a lo que podría pensarse, esos
“mercados” no son únicamente fuerzas exóticas venidas de algún
horizonte lejano a agredir nuestras gentiles economías locales. No. En
su mayoría, los “atacantes” son nuestros propios bancos europeos (esos
mismos que, con nuestro dinero, los Estados de la UE salvaron en 2008).
Para decirlo de otra manera, no son sólo fondos estadounidenses,
chinos, japoneses o árabes los que están atacando masivamente a algunos
países de la zona euro.
Se trata, esencialmente, de una agresión desde dentro, venida del
interior. Dirigida por los propios bancos europeos, las compañías
europeas de seguros, los fondos especulativos europeos, los fondos
europeos de pensiones, los establecimientos financieros europeos que
administran los ahorros de los europeos. Ellos son quienes poseen la
parte principal de la deuda soberana europea. Y quienes, para
defender –en teoría– los intereses de sus clientes, especulan y hacen
aumentar los tipos de interés que pagan los Estados por endeudarse,
hasta llevar a varios de éstos (Irlanda, Portugal, Grecia) al borde de
la quiebra. Con el consiguiente castigo para los ciudadanos que deben
soportar las medidas de austeridad y los brutales ajustes decididos por
los gobiernos europeos para calmar a los “mercados” buitres, o sea a
sus propios bancos…
Estos establecimientos, por lo demás, consiguen fácilmente dinero
del Banco Central Europeo al 1,25% de interés, y se lo prestan a países
como, por ejemplo, España o Italia, al 6,5%… De ahí la importancia
desmesurada y escandalosa de las tres grandes agencias de calificación
(Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s) pues de la nota de
confianza que atribuyen a un país (3) depende el tipo de interés que
pagará éste por obtener un crédito de los mercados. Cuanto más baja la
nota, más alto el tipo de interés.
Estas agencias no sólo suelen equivocarse, en particular en su opinión sobre las subprimes que dieron origen a la crisis actual, sino que, en un contexto como el de hoy, representan un papel execrable y perverso. Como es obvio que todo plan de austeridad, de recortes y ajustes en el seno de la zona euro se traducirá en una caída del índice de crecimiento, las agencias de calificación se basan en ello para degradar la nota del país. Consecuencia: éste deberá dedicar más dinero al pago de su deuda. Dinero que tendrá que obtener recortando aún más sus presupuestos. Con lo cual la actividad económica se reducirá inevitablemente así como las perspectivas de crecimiento. Y entonces, de nuevo, las agencias degradarán su nota…
Este infernal ciclo de “economía de guerra” explica por qué la situación de Grecia se ha ido degradando tan drásticamente a medida que su gobierno multiplicaba los recortes e imponía una férrea austeridad. De nada ha servido el sacrificio de los ciudadanos. La deuda de Grecia ha bajado al nivel de los bonos basura.
Este infernal ciclo de “economía de guerra” explica por qué la situación de Grecia se ha ido degradando tan drásticamente a medida que su gobierno multiplicaba los recortes e imponía una férrea austeridad. De nada ha servido el sacrificio de los ciudadanos. La deuda de Grecia ha bajado al nivel de los bonos basura.
Article complet a: La gran regresión (Ignacio Ramonet, 04/12/2011)